Dicen que el trabajo remoto llegó para quedarse desde el primer día que empezó esta pandemia. La gente está dándose cuenta de las ventajas de trabajar desde su casa y muchísimos ya no pueden concebir un mundo en el que tengas que levantarte 3 horas antes de tu hora de entrada al trabajo para pasar una gran parte de tu día en un carro o transporte público. Se dieron cuenta que se puede trabajar en pijama mientras tienes tu tazón de cereal o avena al lado y que no necesitas de una oficina para poder atender problemas urgentes. Muchísimos padres de familia están pudiendo cuidar de sus hijos como nunca antes lo habían hecho y están viéndolos crecer como siempre les hubiera gustado hacer.
Justo así es como empiezan todos los posts que promueven al home office como la forma definitiva de trabajar en esta nueva normalidad que empezó cuando comenzó esta crisis sanitaria. El mundo otra vez quedó dividido en dos o tres bandos que juran que su ideología es mejor que la otra y que no pueden hacer otra cosa más que externarlo a través de las múltiples redes sociales con las que cuentan.
Estoy diciendo todo esto porque ya llevo varios días queriendo publicar algo donde pueda decir que todos los días en LinkedIn veo la misma encuesta con las mismas respuestas: "¿Cómo me gustaría trabajar cuando se acabe la pandemia?" Las respuestas son: "Completamente remoto", "Quiero volver a la oficina" o "Ambos". Y como prácticamente es la misma encuesta subida una y otra vez, las respuestas en los comentarios suelen ser prácticamente las mismas. No importa qué digas, si en tu comentario no vienen las palabras "amo el home office", acabas de caer en un vórtice de acoso que no se detendrá hasta el día que tengas que cerrar tu cuenta de una vez por todas.
Pero... ¿Por qué la gente parece estar tan en contra de una dinámica mixta o de volver a la oficina? ¿Acaso no hay lugar para personas que no estén contentas con la decisión absoluta de trabajar desde sus casas para siempre?
Siempre me he considerado una persona más o menos social (al menos desde que salí de la prepa). Y como toda persona social, descubrí que tener amigos con los cuales rebotar ideas o incluso solo hablar de cosas sin sentido tiene enormes beneficios para mi salud mental. Aprendí a darme cuenta que cuando hay gente con los mismos intereses coexistiendo en una misma zona geográfica, los resultados de las relaciones interpersonales que puedan salir de ahí tienen una probabilidad muy alta de ser increíbles.
Tomemos como ejemplo lo que pasó con mi generación de la universidad:
Vengo de una generación donde todos teníamos este acuerdo implícito que era el de ponernos a estudiar para conseguir un trabajo que nos ayudara a alcanzar una estabilidad económica en el menor tiempo posible. Debido a esto, cada proyecto que hacíamos era mejor que el anterior, nos hacíamos entrevistas falsas entre nosotros, estudiábamos juntos para los exámenes, nos pasábamos respuestas de algunos de ellos y salíamos de fiesta cada jueves para celebrar el avance de esa semana. Mucho de lo que pasó durante esos 4 años y medio se debe a la proximidad que teníamos en todas nuestras clases y los amigos en común que teníamos (que igual habíamos hecho en otras clases). Esta red de contactos se empezó a extender a tal punto que tres generaciones de nuestra carrera estaba en constante comunicación y lo que pasó después es que ya todos nos llevábamos de alguna u otra forma y nos ayudábamos a que todos pudiéramos salir adelante.
No estoy diciendo que este fenómeno no se puede dar de una manera remota, pero lo que sí estoy diciendo es que el hecho de que todos hayamos estado juntos estudiando en el mismo lugar ayudó de sobremanera. Y puede que no tenga que ver con nada de lo que dije, pero muchísimas de las personas que estudiaron al mismo tiempo que yo están en empresas que están dentro del S&P 500.
El hecho que existiera una clara división de la escuela y la casa igual nos ayudó muchísimo a conocernos en ámbitos distintos. Aunque pasábamos muchísimo rato juntos, vernos en la escuela era completamente diferente de vernos en la casa de alguno de nosotros para pasar una tarde o noche de fiesta. Aprendimos a convivir con nuestras diferentes facetas y eso nos ayudó a darnos cuenta de lo capaces que éramos dentro y fuera de la universidad.
Y aunque está dinámica de mejora igual puede existir un ámbito remoto, he notado que el alcance esta puede llegar a ser limitado. ¿Por qué? Pues resulta que las videollamadas son más estresantes que el trato humano directo. Nadie quiere continuar con la interacción una vez que el plazo para interactuar se ha terminado. Es por esto que muchas dinámicas de pasar una tarde con tu equipo del trabajo para tomarse unas cervezas y hablar de cosas que no sean del trabajo solo no funcionan. Puntos menos si nunca has conocido a tus compañeros del trabajo en persona.
Existen igual muchísimas personas que decidieron mudarse a un lugar cerca de su trabajo para no tener que pasar tiempo excesivo en el transporte público o un automóvil propio. Estas mismas personas son las que más quieren volver a la oficina porque nunca se encontraron con la desventaja principal que dan muchas de las personas que están a favor del trabajo remoto exclusivo. Pero así como este grupo de gente no puede esperar al hecho de volver a la oficina cuanto antes para aprovechar la inversión que hicieron de vivir cerca, se ha demostrado que más del 50% estaría dispuesto a trabajar bajo un modelo mixto de trabajo.
Así como el trabajo remoto tiene unas ventajas increíbles para las personas que se lograron adaptar a él desde el principio de la pandemia, igual quisiera mencionar justo acá algunos de esos pequeños efectos secundarios que el hecho de trabajar así ha causado en personas que nunca quisieron o nunca se acostumbraron a trabajar en este tipo de ambientes:
Arrebatos de enojo, irritabilidad o frustración (aún y sobre detalles muy pequeños).
Pérdida de interés en actividades tales como sexo y pasatiempos.
Insomnio o todo lo contrario.
Fatiga y pérdida de energía.
Mayores antojos de comida chatarra.
Falta de concentración.
Dificultad para tomar decisiones.
Problemas de salud inexplicables, como dolores de cabeza y de espalda.
Pérdida de interés de salir de casa a socializar o pasar un momento diferente.
Sin embargo, puede que aún sea un poco temprano para hablar de los efectos negativos del trabajo remoto a un mayor largo plazo. Estamos viviendo momentos de aislamiento social que han hecho que las desventajas del trabajo remoto estén siendo más notorias a una velocidad mayor. Los índices de ansiedad, estrés y depresión han subido a niveles peligrosos, pero todavía no existe una correlación definitiva de que estas condiciones se estén dando por un aislamiento total o por el trabajo remoto en general. Sin embargo, es importante mencionar que muchos de estas condiciones se podrían mitigar manteniendo relaciones interpersonales sanas y directas en un ambiente de trabajo convencional.
Mantener un modelo de trabajo mixto podría ayudar a que las personas se desarrollen en el ambiente laboral que ellos deseen. La primera parte de esta pandemia sirvió para demostrar que la gente podía trabajar desde sus casas y que el sistema macroeconómico no iba a colapsar de la noche a la mañana. De hecho, muchos de nosotros llevamos más de un año trabajando de esta manera y parece que las cosas no van a cambiar pronto. Pero ahora que hemos probado que esto es en verdad posible y el trabajo remoto puede funcionar, es momento de exigir espacios de trabajo que puedan funcionar para todos de manera individual. Así como existían personas en el mundo pre-COVID que nunca se rindieron al momento de exigir mayor flexibilidad para trabajar de manera remota, es hora de que las personas que no están dispuestas a trabajar de una manera completamente aislada exijan la flexibilidad que muy probablemente perdamos una vez esta pandemia llegue a su fin.
Muchas empresas han empezado a cerrar sus oficinas para dar paso a una generación de trabajadores repartidos de manera global. Aunque puede que este sea el camino que muchas empresas sigan en un futuro, creo que ahora más que nunca es cuando debemos exigir que estas empresas sean igual proveedores de espacios laborales para todos sus colaboradores. No podemos permitirnos regresar al "todo o nada" del que veníamos antes de la pandemia.
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